Sea cual sea tu manera de organizarte, puedes incluir en tu lista de nuevas rutinas algún hábito de vida Slow, nuevo propósito: pasarse a la slow life, que no es otra cosa que vivir menos inconscientemente y más disfrutando de nuestro tiempo y de las cosas sencillas.
Ahora que están terminando mis vacaciones, quiero responder ciertas preguntas claves
¿por qué corremos tanto?
¿Dónde queremos llegar tan rápidamente?
¿Qué es lo que nos estamos perdiendo por culpa de la velocidad de nuestras vidas?
¿Qué daños físicos y mentales estamos causándonos a nosotros mismos por culpa del reloj?
Al contrario de lo que podríamos pensar, el movimiento slow no es una declaración de guerra a la velocidad, pues sin duda tiene sus beneficios, sino más bien al apego que le tenemos, a nuestra obsesión por hacer más en menos tiempo, cada vez menos presentes, siempre pensando en lo que viene.
Se trata de hacer las cosas lo mejor posible, no lo más rápido posible.
1. Detenerse, bajar el ritmo, observar las pequeñas cosas cotidianas.
El movimiento slow life tiene que ver con todo esto, con saber parar para poder apreciar los matices de la vida. Con no dejarse llevar por el acelerado ritmo de vida actual que nos impide apreciar aquello que realmente nos hace felices y que nos impide disfrutarlo plenamente.
Ser conscientes del momento presente.
La vida slow no es sinónimo de falta de actividad, no debe asociarse a una ociosidad perezosa. Ni siquiera se refiere únicamente a hacer lo mismo que hacemos normalmente pero más despacio. Tiene más que ver con tomar conciencia del ahora, de concentrar nuestra mente en lo que hacemos en cada momento, sin injerencias de pensamientos sobre el pasado o sobre lo que tenemos que hacer en el futuro.
2. Conversaciones Slow. ¡Qué bien suena! Volver a encontrar tiempo para esas conversaciones tranquilas, en las que no hay móviles de por medio ni relojes con alarmas.
Volver a mirarnos a los ojos, encontrarnos de nuevo con las personas y sus vivencias, emociones, preocupaciones e ilusiones. Volver a compartir.
3. COMPROMÉTETE CON EL SLOW FOOD
La filosofía de la casa lenta se inspira en el movimiento slow, iniciado por Carlo Petrini y que ha triunfado en el mundo de la gastronomía con el slow food.
Los alimentos naturales y de temporada, que nosotros mismos podemos recolectar en un pequeño huerto urbano, son la base de este movimiento. Productos
frescos, locales y de temporada con recetas transmitidas de generación en generación, comer tranquilamente
con los amigos y la familia.
Comer bonito.
Comer sentados, con un mantel bonito, en tus platos favoritos y todos los días. No esperes a las visitas y ni veas cómo esas copas cogen polvo. Un día especial puede ser hoy mismo, ni mañana ni el domingo.
Tómate tu tiempo para comer! Además de sentirte más relajado, tu estómago te lo agradecerá. Incluso si tienes que comer en el trabajo, hazlo poco a poco y aprovecha para desconectar un rato junto a tus compañeros.
El movimiento Slow Food nos insta a reflexionar sobre los alimentos que compramos y llevamos a nuestra mesa, para que hagamos mejores elecciones como consumidores y habitantes de este planeta.
Slow Food (“comida lenta”), el movimiento internacional dedicado a la idea de que es preciso cultivar, cocinar y consumir alimentos de una manera relajada:
4. Slow Travel
El Turismo Slow se pone de moda para que sepamos sacar lo mejor de nuestro tiempo de ocio. Lo importante no es ir más lejos ni hacer más cosas en menos tiempo. Lo importante es saborear cada momento, explorar con otra mirada las zonas que visitamos, visitar lugares cercanos que no conocemos, apoyar el turismo local que se vive con todos los sentidos: degustar comidas y bebidas típicas de la zona, acercarse a la forma de vida local, conectar con distintas culturas. En definitiva: viajar siendo más consciente de nuestro camino. Menos buscar la foto y más vivir la experiencia.
El enfoque del slow life no se olvida de las vacaciones y del turismo. Así, propone la práctica de un turismo sostenible, limitando los destinos y los itinerarios. También pausando el ritmo del viaje, para poder tener una inmersión más profunda en los lugares y culturas que queremos conocer.
¿Cómo viajar más slow?
Andar con equipaje ligero: menos peso, menos preocupaciones.
En cuanto al ritmo, viajar lento es no ponerse a uno mismo la presión de conocer lo máximo posible minuto a minuto. La invitación es más bien a darle una oportunidad a conocer las ciudades
con más calma, sumergiéndonos en ellas. Menos es más. No olvidemos que estamos viviendo una experiencia, y mientras menos corremos, más podemos apreciar, disfrutar y saborear cada rincón.
La nueva tendencia conocida como slow travel o la filosofía de viajar sin prisas. Nos enseñan a desconectar, bajar el ritmo y disfrutar al máximo de las vacaciones y de la gente que conocemos cuando viajamos.
5. Slow Fashion
Igual que el movimiento Slow Food reaccionó a la industria de la comida rápida, el movimiento Slow Fashion rechaza una moda de usar y tirar, en la que todo es fabricación intensiva, mano de obra mal pagada y mal cuidada, tejidos pensados para durar poco y modas que cuelgan la etiqueta de obsoletas a cualquier prenda que no sea de la temporada actual.
Las propuestas de la slow fashionnos ayudarán a evitar el consumismo al comprar ropa, reduciendo nuestro impacto ambiental y permitiéndonos ahorrar tiempo y dinero que podemos invertir en cosas más importantes.
Ten menos pero ten mejores prendas. Busca calidad en los tejidos y los acabados, repara tus prendas o inicia un nuevo hobby y rétate en la producción de tus propios vestidos.
La moda lenta propone una desaceleración, un respiro ante la excesiva producción y el consumo desmedido
Quieres unirte a este movimiento, debes cambiar la idea de cantidad por la de calidad. El minimalismo y la Vida Slow van siempre de la mano.
6. Slow Home
Empezaremos por ordenar nuestra casa, nuestro lugar de trabajo, nuestro clóset, etc. El orden de los espacios que habitamos nos ayuda a tranquilizarnos y a estar más relajados. Esto, se reflejará también en un mayor orden en nuestra vida.
Despeja espacio a tu alrededor para que puedas despejar tu mente, ya que es complicado practicar una Slow Life y sentirse calmado en un espacio lleno de cosas.
Mientras limpias y ordenas sintoniza con las sensaciones físicas que estás experimentando. Despeja las superficies. Crea un espacio tranquilo y acogedor en tu hogar.
Ordenar un espacio al día.
Algo que nos ahorra tiempo, nervios y discusiones es el orden. Tener pocas cosas y que estén en su lugar nos aporta tranquilidad, pero cuesta trabajo y mucho. Sólo de pensar en el cambio de armario te da escalofríos?. Si es así te recomiendo que ordenes un espacio al día. Ya sea un cajón, un rincón o la nevera. Y lo más importante mantenerlo así. Da mucha satisfacción cuando ves que poco a poco tomas el control del orden, llegando a gustarte.
7. Slow Deco
Enciende algunas velas, pon algunas plantas y cualquier objeto decorativo que te genere felicidad. Dedica algún rato de tu día a relajarte en ese espacio que has creado para ti.
La usencia de ruido visual, invita a la paz. Haz que reine el orden en casa.
Menos es Más.
Pausa: ¿Lo necesitas?
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